La acción social de la Hermandad es un factor fundamental de la misma con el que se pretende cumplir con uno de los fines principales que marcan sus Reglas: la caridad. Por eso son numerosos los ejemplos que podríamos señalar y que las distintas Juntas de Gobierno han tenido a bien hacer frente a ellos.
A título de muestra, en épocas muy recientes, concretamente a comienzos del curso 2012-13, se va a poner en funcionamiento un nuevo proyecto, llevado a cabo junto a Cáritas universitaria, consistente en la concesión de ayudas económicas a universitarios, previa acreditación de su situación económica. El llamado Programa Estudiantes, va a contar también y a lo largo de los años, con la colaboración y aportación económica de distintas empresas e instituciones, como la Fundación Persán, Endesa, la Caja de Ingenieros, Fundación Ayesa, La Caixa o la empresa de Automóviles Berrocar. El proyecto ha cumplido ya su décima edición y ha supuesto por tanto el alivio económico para muchos universitarios de Sevilla.
Pero no sólo en el ámbito más cercano de la propia ciudad la Hermandad ha extendido su protección y ayuda a los más necesitados, sino que en otras ocasiones ha traspasado las fronteras para llevar esa colaboración a otros países, como el proyecto educativo consistente en la compra de un terreno y construcción en el mismo de unas aulas, servicios y oficina de dirección del que fue llamado centro educativo Señor de los Estudiantes y que se construyó en Perú, inaugurado por el obispo de Moyobamba en el año 2003.
A finales de 2004 comienza una nueva colaboración con la Escuela Católica de Zaroli, en la India. La escasa asignación económica que el Gobierno de la India dedica a los centros de enseñanza católica determina esta colaboración que va a consistir no sólo en la reconstrucción material de la escuela tras un largo período de lluvias, sino en la subvención concedida todos los años para que los estudiantes de la misma puedan continuar sus estudios tras superar su etapa primaria asumiéndose el coste del profesorado de los dos cursos de estudios superiores de la Misión de San Javier en Zarolí.
Y cerca de aquel lugar, en la misma India, la Hermandad va a comenzar a ejecutar un nuevo proyecto de gran envergadura, la construcción de una iglesia en la zona de Umarpada para lo que se cuenta con el beneplácito del Obispo de la misma en la que, dominada por el hinduismo, se hace difícil profesar la Fe católica.
El gran desembolso económico que supone lleva a la Hermandad a buscar colaboración externa a través de otras hermandades. En primer lugar con la hermandad de Santa Genoveva, con la que se afronta el reto como una acción social conjunta tras el acuerdo de hermanamiento de ambas Corporaciones del que ya hemos hablado (véase Relaciones con la hermandad de Santa Genoveva); y más tarde con las hermandades del Gran Poder y de la Paz, en las que se encuentra el apoyo necesario para llevar a cabo el proyecto. Éste dará comienzo finalmente recibiéndose periódicamente información sobre el avance de las obras en las que va a participar desinteresadamente toda la comunidad católica de la zona: hombres, mujeres e incluso ancianos y niños van a aportar lo mejor de sí mismos para conseguir un lugar adecuado de culto, lo que nos hace dudar “de si la obra de caridad la habremos hecho nosotros con ellos o ellos con nosotros, pues ha sido todo un ejemplo espiritualmente reconstituyente haber sido testigos de primera mano de la ilusión y la Fe que han puesto en la finalización de esa obra, esa Fe que muchas veces a nosotros, acomodados en la rutina, se nos supone pero que nada hacemos para conservarla ni acrecentarla. Esa Fe que les ha llevado a alcanzar su sueño, un sueño convertido en Iglesia donde poder estar más cerca de Dios, y nosotros con ellos”, como rezaba la Memoria de Cultos y Actos correspondiente al curso 2007-08.
La Hermandad va a hacerse cargo además de sufragar el coste de ejecución de un Crucificado, réplica del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, para lo que se contrata con un artista de la zona al que se le envían fotografías del Sagrado Titular de la Hermandad. El gran impulsor de este proyecto, el hermano de la Corporación D. Fernando Ron, escribiría un bello relato sobre la construcción de la Iglesia que no queremos dejar de extractar:
“…En la India ya no llueve desde hace mes y medio. El monzón ha dejado más verdes los campos, pero a principios de noviembre hace aún mucho calor. Son las cinco de la tarde y la postrera luz del sol tiñe de áurea dorada los edificios de la Misión. Una nueva silueta ha surgido donde meses atrás sólo había polvo y maleza. La estructura ya está completamente terminada y en la cúspide un campanario se yergue sin miedo a la altura.
En el taller de los hermanos Sikuera, un hombre de edad madura y mirada intensa mete su gubia con seguridad en el acabado de unos dedos. Ante él, dos brazos totalmente formados a falta de marcarles dedos y tendones. Son los brazos del “gemelo” indio de Nuestro Cristo que está naciendo allí; la estampa de este imaginero, volcando su cuerpo y mente en la obra, hace volar la imaginación hacia otra escena, quizás no muy distinta, que tendría lugar en 1620, en un taller a 10.000 kilómetros de distancia de Uasai. El tiempo y la distancia no son obstáculos para que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte lleve su protección y consuelo a tantos fieles indios que están deseando tenerlo cerca para postrarse a sus pies…”.
El día 3 de febrero de 2008 va a ser bendecida la nueva Iglesia. Al acto, en representación de la Hermandad va a asistir D. Fernando Ron. El comienzo de la jornada no era prometedor; había estado lloviznando de madrugada y el frío todavía se hacía notar en las resecas llanuras de Gujarat. A las 10.30 de la mañana, el Obispo de Baroda comienza la ceremonia de bendición del nuevo templo junto a más de una veintena de sacerdotes. La nave de la flamante Iglesia apenas puede dar cabida a la multitud que, de pie, sigue las incidencias del rito litúrgico. El Obispo va haciendo la señal de la cruz con los óleos sobre cada uno de los rincones e imágenes. No lo hace sobre el Crucificado ya que -según sus palabras-, “el poder de Ese Crucificado es más que suficiente para su autobendición”. Terminada la bendición estalla un aplauso. La Misa concelebrada tiene lugar en el exterior ante la imposibilidad de dar cabida a las más de siete mil personas que han acudido. Finalizada la ceremonia regresarán a sus casas de adobe. Esta vez lo harán confortados con la solidaridad de unos hermanos que, a diez mil kilómetros de distancia, han colaborado con ellos para facilitarles ese lugar de oración. Precisamente esos hermanos celebran el mismo día la Santa Misa en honor de la Santísima Virgen de la Angustia, como colofón al Triduo celebrado en su honor. Casualmente, al inicio de la misma, el Hermano Mayor recibe un SMS en el que D. Fernando Ron le transmite lo siguiente: “La ceremonia de inauguración ha terminado. Las miles de personas que han acudido, se han marchado. Aquí queda, presidida por una copia de nuestro Cristo, una preciosa iglesia. Gracias”.
(Esta entrada de la sección de ‘El Retrovisor’ ha sido elaborada por N.H.D. Antonio Gutiérrez de la Peña)