La lluvia, ese conocido enemigo de los desfiles procesionales de las hermandades sevillanas, ha propiciado en muchas coyunturas la imposibilidad de que la Hermandad realizara su estación de penitencia en la tarde del Martes Santo, tanto en la época en que su sede era la iglesia de la Anunciación como ahora en la capilla de la Fábrica de Tabacos. Es posible que hayan existido otras ocasiones en que se haya producido la suspensión de la estación de penitencia y que, por no haberse recogido expresamente, desconocemos, pero en el siguiente resumen, intentaremos hacer llegar a todos los hermanos las que seguramente, constituyan la mayoría de ellas.
Pero al margen de la lluvia, ha habido otras causas que han impedido la salida de la cofradía en su estación de penitencia; nos referimos a los hechos sucedidos entre los años 1932 a 1934, en que la proclamación de la Segunda República va a suponer un giro fundamental en la vida del país, no permaneciendo la Hermandad ajena a todos estos cambios, unas alteraciones que va a padecer de manera importante, pasando por amargas dificultades y trances de los que no son más que un reflejo evidente, el cierre de la iglesia de la Anunciación y la imposibilidad de culto a las sagradas imágenes, culto no solamente interno sino el más importante de los externos, cual es la estación de penitencia que quedó suspendida durante esos tres años.
Pero aparte de ello y si nos ceñimos al objeto de este pequeño relato, la primera noticia que se tiene de la suspensión de la estación de penitencia a causa de la lluvia, data del año 1936. La alteración de la vida social como consecuencia del conflicto armado de la guerra civil va a repercutir en todos los ámbitos y por supuesto en las hermandades y cofradías de Sevilla. En la Hermandad, el Cabildo General de 29 de marzo de ese año se reúne para decidir acerca de la salida procesional, y a pesar de la opinión contraria de voces autorizadas como la de los Sres. García y García, Cid Calonge y Ramos Rubau, se llegó a una votación nominal que arrojó un resultado favorable a dicha salida, con 24 votos a favor y 22 en contra.
No obstante, el Martes Santo 7 de abril, encontrándose ya dispuesta la cofradía, comienza a llover fuertemente, celebrándose cabildo extraordinario en el que el Hno. Mayor aconseja la no salida de la cofradía por el gravísimo riesgo que se corre “aparte de otra razón”, que no era otra que la posible destitución del presidente de la República Alcalá Zamora y el temor a posibles algaradas callejeras. En definitiva, la estación quedó suspendida, cayendo esa tarde una fortísima lluvia que sorprendió por ejemplo a la hermandad de San Esteban que se había aventurado a salir.
El Martes Santo, 4 de abril de 1939, amaneció lluvioso por lo que hubo indecisión a la hora de la salida de la cofradía, reuniéndose con carácter extraordinario el cabildo de oficiales, con la presencia del Rector, informando el consiliario Sr. Mejías Álvarez que el tiempo comenzaba a abonanzar por lo que pedía la salida de la Hermandad, lo que fue acordado por unanimidad. A la presidencia de la misma se incorporó el General Millán Astray, pero a la altura de la plaza de San Francisco comenzó a caer un fuerte aguacero, llegando la cofradía hasta la Catedral, donde hubo que aguardar un tiempo hasta que, serenada la noche, pudo regresarse a la Anunciación. Es la única ocasión que conocemos que a la Hermandad le haya sorprendido una fuerte lluvia en la calle.
No consta otra suspensión de la estación de penitencia hasta el Martes Santo, 27 de marzo de 1956, en que, ante la persistencia del mal tiempo, el cabildo extraordinario acordó por unanimidad que si a las siete menos cuarto de la tarde continuaba la lluvia, se suspendiese la salida de la cofradía, lo que así ocurrió efectivamente, uniéndose al rezo del Vía Crucis los nazarenos de la hermandad de San Benito, cuya cofradía se había refugiado en la Anunciación al sorprenderle la lluvia en la calle Laraña.
Tras haberse jubilado Alfonso Borrero como capataz de la Hermandad, en 1963 es contratado para ejercer esta función Rafael Franco Rojas, aunque una pertinaz lluvia va a impedir la salida de la cofradía ese año en la tarde del Martes Santo. Al año siguiente y debido nuevamente al mal tiempo reinante, se celebra cabildo extraordinario discutiéndose sobre la posibilidad o no de realizar la estación de penitencia, planteándose incluso la posibilidad de permanecer todo el tiempo en oración en el interior del templo sustituyéndose de esta forma la estación de penitencia, hasta que comienzan a oírse voces desde el patio de la antigua Universidad alertando de que el sol está luciendo, acordándose la salida inmediata y llevándose a cabo la estación de penitencia con mucha rapidez. Se daba la circunstancia de que para este año 1964, se había acordado que el paso de la Stma. Virgen no llevara música de acompañamiento.
Tras el cambio de sede a la nueva capilla universitaria en la calle San Fernando, en 1971 se firma un documento de Concordia con la hermandad del Dulce Nombre para la permuta de los puestos correspondientes en la nómina del Martes Santo de ambas hermandades. Sin embargo, la estación de penitencia hubo de suspenderse al caer una fortísima lluvia durante toda la tarde. En 1974, y recuperado el puesto normal en los desfiles procesionales del Martes Santo al renunciarse a la Concordia, la Hermandad se vio imposibilitada nuevamente de efectuar su estación de penitencia al llover esa tarde. Se dio la circunstancia que la única hermandad que efectuó su salida fue, entrada ya la noche y amainada la lluvia, la del Dulce Nombre que pudo así realizar su estación de penitencia.
Hasta veinte años después, en 1994, la amenaza de la lluvia no vuelve a aparecer. Aunque el día había amanecido con algunas nubes, no es hasta las tres y media de la tarde, cuando la cofradía se está formando, cuando comienza a caer un intenso e inoportuno chaparrón sobre la ciudad, decidiendo la junta de gobierno, tras consulta a los servicios meteorología, no realizar la estación de penitencia al no existir las garantías necesarias de que no volvería a repetirse a lo largo de la tarde; aunque la decisión es meditada y acorde con la situación, no volverá a caer una gota más en toda la tarde, realizando su estación de penitencia el resto de las hermandades del día.
Los tres primeros días de la Semana Santa del año 2003 serán recordados siempre por la intensa lluvia caída sobre la ciudad que impidió la salida de todas las hermandades, siendo la del Dulce Nombre, la primera que pudo alcanzar la carrera oficial en la noche del Martes Santo. A nuestra Hermandad, la intensa lluvia impidió no sólo la salida procesional sino incluso el traslado de los pasos desde el vestíbulo del Rectorado a la capilla, lo que hubo de posponerse hasta el Miércoles Santo por la mañana.
En el año 2007, la amenaza de lluvia es evidente aunque a la hora de la salida de la cofradía aún no ha llovido; las previsiones meteorológicas apuntan a que sobre la caída de la tarde puede llover en Sevilla y, ante estas previsiones la junta de gobierno decide suspender la estación de penitencia, procediéndose al rezo del Vía Crucis y trasladándose las sagradas imágenes a la capilla, donde un numeroso público forma cola para poder entrar en la misma a lo largo de la tarde. Sobre las nueve de la noche, cuando la Hermandad se encontraría iniciando el regreso desde la Catedral, comienza a llover sorprendiendo la lluvia a todas las hermandades que habían salido, en la calle.
El trienio 2011 a 2013 será siempre recordado en la Hermandad por lo que respecta a la salida de la cofradía. Será la primera vez que la lluvia impida la misma durante tres años consecutivos, circunstancia que volverá a repetirse en 2016.
Aunque ya no de manera relacionada con la lluvia, una circunstancia excepcional, como ha sido la situación de pandemia que el mundo ha vivido a partir del año 2020, ha motivado la suspensión no sólo de la salida procesional sino de casi la vida diaria de la Hermandad durante ese año y parte del siguiente.
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En la fotografía posterior aparece la crónica de Carlos Crivell, aparecida en el periódico El Mundo de 23 de marzo de 2016, que, bajo el título “El sentido común de los Estudiantes”, resume fielmente la valentía y sensatez con que en la Hermandad de los Estudiantes se ha tomado siempre la decisión, por muy ingrata que esta sea, de suspender la estación de penitencia cuando las circunstancias no han sido propicias. De su lectura, sobran más comentarios.
(Esta entrada de la sección de ‘El Retrovisor’ ha sido elaborada por N.H.D. Antonio Gutiérrez de la Peña)