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Texto de la Meditación ante el Cristo de la Buena Muerte en su IV centenario

Estimado hermano/a:

A continuación reproducimos el texto íntegro de la Meditación ante el Cristo de la Buena Muerte pronunciada el pasado 14 de noviembre por N.H.D. Federico Martínez-James, pregonero universitario de la Semana Santa de 2020, en el marco del programa de actos conmemorativos del IV centenario de la hechura de nuestro Crucificado de manos del escultor Juan de Mesa:

Federico Martínez-James Hidalgo 14 de noviembre de 2020

Meditación ante el Cristo de la Buena Muerte

En el nombre del Padre, mi Creador
En el nombre del Hijo, mi Salvador
Y en el nombre del Espíritu Santo, mi Protector.

Vengo a tu bendita presencia Jesús mío de la Buena Muerte, y deseo de corazón hacer provechoso este momento donde sólo existimos Tú y yo, Tú conmigo, Yo contigo, Tú en mí y yo en Ti. Vengo nervioso, pero tú me das la paz que ansío cuando estoy tu lado, vengo preocupado, pero sé que Tú me sacas de dudas, y cuando vengo sin esperanza, Tú haces que vea en Ti la verdadera Esperanza, la Vida tan llena y de color que existe cuando amo tu Buena Muerte y de mí te hago dueño y verdadero Señor.

Ahora mismo siento que vamos juntos por el mismo camino, que bien te han valido 400 años para acompañarme ahora, como cada momento en el que has acompañado a tantos y tantos que han buscado caminar contigo por este increíble camino de existir, de vivir, del regalo de la vida y de la salvación que sólo se conduce a través de tu Cruz, como dicen las escrituras… “Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche”. Por eso en esta noche, no me valen cuatro siglos, sé que a Ti tampoco, tampoco mil años que se convierten en un suspiro, a los dos nos vale este preciso instante donde libres alcanzamos la eternidad.

He aquí Tú presente ante mí, como mi creador, porque me has pensado y soñado a tu imagen y semejanza, porque soy dichoso cuando tengo la certeza de que soy sueño de mi Dios, soy pensamiento de mi Padre, del que me da la vida, porque “hasta los cabellos de vuestras cabezas están contados”, porque me conoces como a las palmas de tus benditas manos aquí llagadas y doloridas por el hecho de que me amas. Te amo Jesús de la Buena Muerte, y agradezco cada día y cada noche de estos siglos la mejor imagen del Dios bueno y compasivo que da la vida por sus amigos, porque no hay amor más grande que dar la vida por los amigos.

Siento una increíble responsabilidad ante Ti, porque si he sido creado a tu imagen y semejanza… siento que todo aquel con el que me cruce en el camino, debería verte en mí. Por eso deseo con mis fuerzas devolverte el regalo de darme la vida, creando vida por Ti.

El propósito será el de intentar que todo aquel que esté conmigo te vea a Ti mismo, que conozca tu rostro en el mío, y por fin se encuentre con el rostro más sereno, seguro y misericordioso que podrá contemplar en su vida.

El camino no es fácil Jesús, lo sé, pero tú mismo lo dices “por sus obras los conoceréis”. Y yo sé que Tú quieres obras de mí, Dios mío, quiero que vean que Tú eres el buen pastor que cuida de sus ovejas, y cuando una de cien se pierde, deja a las otras noventa y nueve y va en su busca sin vacilar, sin dudas.

Porque tu Buena Muerte no abandona a nadie, actúa. Soy consciente de que no solo valdrán mis palabras ahora contigo, sino que serán mis hechos los que me hagan llevarte en mi vida. Para eso tengo mi confianza puesta en Ti y sé que Tú me ayudarás. Quiero actuar como tú me pides abandonando los estereotipos, la vergüenza, mis propias inseguridades y haciendo oídos sordos al “qué dirán”.

Así Señor es como tendré la certeza de saber lo que quieres de mí, lo que quieres de cada uno de nosotros. Pues Dicen que hay tres momentos importantes en la vida, el día que se nace, el día que buenamente se muere, y el más importante de todos, el día en el que uno se da cuenta del para qué ha sido traído al mundo.

Confío en Ti Señor de la Buena Muerte para descubrir el para qué me has traído al mundo, sin miedo y con una infinita confianza porque Tú eres mi Padre.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte, me has creado para crear vida por Ti.

“Tomad, Señor y recibid toda mi libertad mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer vos Señor me lo disteis a vos Señor lo torno. Todo es vuestro, disponed a vuestra voluntad y Dadme vuestro amor y gracia que esto me basta”

San Ignacio de Loyola.

Tu cuerpo Señor, es el más perfecto Evangelio, está hecho para cada uno de nosotros, no distingue ni aparta a nadie, nos llama a todos a observar el Amor más verdadero que jamás puede conocer el hombre. Jesús de la Buena Muerte, Tú eres Amor en tu bendito Cuerpo.

Eres Amor en los brazos abiertos y clavados en el madero que me hacen sentir que es así como me esperas en el cielo, con los brazos abiertos deseosos de darme el abrazo de la vida eterna.

Eres Amor en las llagas de tus manos y tus pies, porque todos tenemos cruces y Tú llevas todas las de la humanidad, porque aceptas la voluntad del Padre y te clavas a la Cruz del mundo, eres Amor en las llagas de tus manos porque sufres nuestros sufrimientos, y los padeces, los sientes.

Eres Amor en tu costado, porque de él brota la sangre de la nueva alianza, porque tu Buena Muerte también nos habla de Esperanza, y no hay Evangelio sin Esperanza, ni Palabra de Dios sin confianza. Eres Amor en tu costado porque el Amor siempre tiene heridas, cicatrices, pero también tiene cura, y no solo es sangre, de tu costado también se vierte agua, que siempre es vida.

Eres Amor desnudo y con un simple sudario, porque se cumplen las escrituras que, por Amor, igual que todo se gana, también se pierde como perdiste Tú tus vestiduras. Porque en tu cuerpo desnudo también vemos la ternura del recién nacido de Belén, del Mesías, del que salva siendo verdadero hombre y verdadero Dios, de la desnudez de tu cuerpo afligido a la de las palmas de tus pies que parecen las de un niño.

Amor desnudo que también es Amor entregado por completo, con todo lo que eres, con la fuerza de darse y entregarse.

Eres Amor en tu rostro, Cristo de la Buena Muerte, porque tus labios no están cerrados, incluso muerto siguen abiertos. Esa es la señal de que no todo acaba en la Cruz, porque tus labios resecos aún tienen aire que respirar, palabras que decir, e incluso muerto, creo que se ha quedado perenne en tu bendito cuerpo que, con tus labios, dices la palabra Amor.

Eres Amor en tu rostro porque tus ojos tampoco están del todo cerrados, y esa es señal de que nos miras, de que nos sigues observando, y no hay oscuridad para ti, sigue habiendo luz, luz que es el más maravilloso regalo, porque como dice el salmo “Desde Sion, perfección de hermosura, Dios resplandece”. Tú eres nuestro Sion, eres perfección, hermosura, tus ojos Cristo de la Buena Muerte son la luz que siempre nos espera.

Eres Amor en tu bendita presencia, porque llevas entre nosotros 400 años y estos son solo el comienzo. Gracias Jesús de la Buena Muerte por vivir estos momentos junto a Ti, porque aunque la vida es dura y algunas veces no sepamos a donde ir, un solo día de estos 400 años nos bastarían para saber que Tú eres nuestro Camino, Verdad y Vida. Eres Amor en tu bendita presencia porque ante Ti solo hay deseos de amarte con todo el corazón, con toda la mente y todas las fuerzas; porque somos tus testigos y quien vive el Amor también lo entrega; porque se unen el cielo y la tierra en tu presencia; porque Amo a todos cuando te tengo conmigo, porque soy capaz de amar a mis enemigos y dar la vida por mis amigos; porque amo sirviendo, porque servir es reinar, y es así como mejor te sigo.

Eres Amor, Santísimo Cristo de la Buena Muerte, y por eso hoy estás entre nosotros, por eso hoy gozamos de tenerte, y confiamos que cada día contigo es la dicha de estar más cerca del cielo.

Y porque en Ti encontramos el más infinito Amor. Eres el Hijo, el verdadero hombre y verdadero Dios único capaz de salvarnos. Es tu imagen el hecho que perdura y perdurará en los siglos, Tú eres nuestro Salvador, eres el redentor del mundo.

Y porque nos salvas, ahora más que nunca en estos momentos de tribulación estás a nuestro lado. Porque “si Dios está con nosotros, quién contra nosotros”, ahora estás en cada habitación de un hospital dando Buena Muerte al que se va, estás dando consuelo al que sufre, abrazo al que llora, palabras al que no quiere escuchar.

En estos precisos instantes tu Buena Muerte cobra el sentido más extremo y real, está en los enfermos que padecen la enfermedad, está en las residencias de nuestros mayores cubriendo su soledad en una estampa tuya en sus manos, en una foto colgada en la pared de su habitación.

Tú Señor estás con los familiares que no saben cómo están los suyos y no tienen noticias de ellos desde hace días.

Tu Buena Muerte es el apoyo más fuerte a tantos sanitarios que cargan sobre sus hombros esta pesada carga de la pandemia que hoy en día vivimos.

En el cansancio y la desolación tu Buena Muerte es la que nos sostiene, Tú mismo dices… “venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré, tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”

Y ante tanta tristeza Señor, no solo nos consuelas y nos acompañas… también nos enseñas, porque a los que sufren, llamas “Bienaventurados” y los salvas.

Porque bienaventurados los que están llenos de carencias, como yo, como todos los que a Ti venimos y llamamos. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos porque Tu Buena Muerte los aliviará y ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia en este mundo tan cruel porque Tú mismo les saciarás de verdadera justicia. Enjugarás las lágrimas de los ojos de aquellos que lloran y así habrá consuelo que desaparezca todo duelo, clamor y dolor.

Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia, y bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios, y los que buscan la paz porque entonces serán llamados tus hijos. Y Señor, bienaventurados los perseguidos a causa de tu Nombre, los que reciben injurias y mentiras por ser fieles a tu Buena Muerte.

Señor Bienaventurada la Iglesia perseguida en tantos lugares del mundo, porque ellos alcanzarán tu Buena Muerte, bienaventurados los que mueren en tu nombre porque “la sangre de los mártires es semilla de Cristianos”. En estos instantes pongo en mi corazón a tantos que huyen de la muerte por creer en la Buena Nueva, a tantos que son cruelmente asesinados por creer en Ti, a los que también se quedan en sus casas afrontando las consecuencias porque simplemente saben que Tú estás con ellos y que entonces nada les falta y lo que venga… será por tu nombre.

Señor, ahora mismo, la oración más profunda por nuestros hermanos Cristianos que aquí y en todo el mundo son perseguidos porque Tú sigues siendo un enemigo de los hombres por el simple hecho de que nos haces libres con tu palabra y nos regalas la Esperanza.

Y bienaventurados los estudiantes, porque eres la conjunción más perfecta de la Universidad, la “Y” que siempre suma y ama a los universitarios. Bienaventurados los que aquí están llamados a conocerte, seguirte y estudiarte en el lenguaje del Amor, de la tolerancia, del respeto, de la libertad más amplia, de una Fe sin ataduras, de las ganas de formarnos y hacernos cristianos del mañana allí donde nos toque trabajar por esta sociedad, eres el lenguaje más claro de cristianos del presente deseosos del saber, que aspiran al conocimiento y a la mejor formación sin abandonar sus creencias.

Porque el saber debe ser bandera y principio de nuestra Fe, eres la más clara imagen del sentido primigenio con el que Maese Rodrigo hace más de cinco siglos empezó este hermoso camino en nuestra ciudad que quedará siempre ligado para la historia. Porque desde el principio “iluminas todas las cosas con tu luz” porque Tú, Cristo de la Buena Muerte eres el catedrático que imparte amor en nuestras aulas, y eres el más perfecto manual de cómo vivir la vida hasta el extremo, porque todos en esta comunidad estamos llamados a la Santidad, a ser santos contigo y para ti, es así como haremos de verdad cosas grandes.

Queremos ser sal de la tierra, y responder a la llamada de seguir tus pasos por esta lonja universitaria y siempre encontrarnos contigo en esta capilla, que nunca dejemos de encontrarnos a tus pies un sagrario donde eres Jesucristo real y verdadero en el altar.

Queremos Señor ser impartidos por Ti, por tu mejor lección, queremos ser libres e iguales en la Universidad, queremos ser cristianos valientes y sin esconderse, queremos ser testimonio y ejemplo de sabiduría tu lado.

Porque… eres sabiduría radiante e incorruptible, porque Tu Buena Muerte se deja contemplar por quienes te aman, y se deja encontrar por tantos que te buscan, y Señor, Tú siempre te anticipas a aquellos que te desean. El que madruga y se esfuerza por ti no fatigará, porque Tú siempre estarás en su corazón, porque seguir tus consejos siempre hace ser prudente, noble, sereno y afortunado. Eres sabiduría con la que nos hacemos libres de preocupaciones y de dudas. Y a quien sea digna de ella, Tú siempre andas a buscarlo por los caminos, y acompaña, y hace bien, y ayuda en las buenas intenciones.

Eres Sabiduría viva, siempre viva y deseosa de que quien te siga pueda ser “mente de Cristo” como nos decía San Pablo.

Porque alcanzar tu sabiduría no es solo encontrarnos contigo en lo divino y extraordinario, sino en lo cotidiano y ordinario, ser mentes de Cristo siempre, ser mentes del Jesús divino y del Jesús hombre que tantas veces vemos en Ti.

Quiero ser mente de Cristo, quiero ser sabiduría, estudiante toda mi vida de la verdad, de la verdad de tu Buena Muerte, de la luz que siempre nos ilumina, bienaventurado en tus brazos, libre en tu presencia y siempre salvado por Ti.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte, y porque en Ti encontramos al Dios Padre que nos crea para crear vida por Ti, y al Dios hijo Salvador del mundo para llegar al cielo… Encontramos en tu bendito cuerpo la Trinidad más perfecta, el increíble misterio de también contemplar que eres Dios Espíritu Santo, protector y guardián de nuestros sueños.

Es así como todo cobra sentido y la perfección se hace hermosura, y se convierte en esperanza, en la certeza más pura y en verdadero alivio para los que en ti confiamos nuestras almas.

Eres Señor de la Buena Muerte, el protector de nuestros pasos, compañero de camino que siempre está presente pero discreto, todos somos muchas veces discípulos de Emaús apenados y agobiados con los reveses de la vida, y no nos damos cuenta que Tú mismo te encuentras con nosotros en el Camino y en el momento adecuado te nos muestras.

Eres Dios Protector porque siempre estás en vela, porque no hay duda de que te haces presente. Señor, nos proteges con el simple hecho de contemplarte, como cada vez que venimos a tu presencia, siempre nos sentimos arropados por Ti, en paz, aliviados, como en casa. Y ese es el mejor sentimiento que nos puedes transmitir, estar aquí es sentirse dentro de tu Sagrado Corazón, del Corazón de la Buena Muerte, del calor de estar en tus brazos, de tu silencio que es la palabra más fuerte, y de tu cuerpo que es imagen de sosiego para tantos.

Y por eso, antes de marcharme, te doy las Gracias.

Eres mi Creador, mi Salvador y Protector, pero sin una respuesta a tu llamada, nada de esto vale.

Este es un buen momento para decirte SÍ. Sí a vivir una vida plena a tu lado Jesús mío, y alcanzar la santidad que ansío, sin miedo, sin contemplarla desde la lejanía de la imposibilidad y la imperfección.

Soy un hijo tuyo creado, salvado y protegido por Ti, y ese ha de ser el motivo de la certeza de que “Sólo Dios basta” es posible alcanzar la Buena Vida eterna para contemplar tu bendito rostro por los siglos de los siglos. El cielo se gana en la tierra y nunca es tarde para empezar a luchar por ello.

Te pido Señor mío de la Buena Muerte, que siempre bendigas a tus Estudiantes, que siempre nos colmes de bienes y de la felicidad tan clara y radiante cuando te tenemos y nos tienes.

Sigue bendiciéndonos desde estos 400 años hasta la eternidad. Sigue convirtiéndonos y estando presente en nuestras vidas, en la de todos, en la de los niños de tantos colegios de nuestra ciudad que hoy gozan de tener una imagen tuya en sus aulas, en la de los jóvenes que ponemos nuestras vidas en tus manos, en la de nuestros adultos que se reafirman en su fidelidad contigo en la de nuestros mayores que son el mejor ejemplo de amarte y seguirte toda una vida para alcanzar el cielo en tu Buena Muerte.

Formaremos siempre largos tramos en tu Universidad, y siempre te llevaremos por estas paredes, y que se nos pegue la lengua al paladar si nos olvidamos de ti, Cristo de la Buena Muerte.

Llámanos no a solo ser testigos, sino protagonistas de la Historia que hoy nos pertenece, seamos protagonistas y salgamos deseosos de cambiar el mundo, porque contigo no existen las utopías, existen verdades como puños, realidades alcanzables y vidas creadas, salvadas y protegidas por entregarte.

Se siempre nuestra Esperanza, nuestras fuerzas, y junto con María, nuestra madre de la Angustia, se siempre la luz que eternamente nos espera.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Eres en fin y en tal manera tan perfecto, que eres unción del cielo y carne hecha madera.

Amén

 

(Puedes volver a ver la Meditación aquí)