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El Retrovisor

Las Medallas de Oro

Aunque la concesión de distinciones honoríficas no ha sido algo habitual en la Hermandad ya que con anterioridad a 1965 no existe constancia de la entrega de ninguna deferencia de estas características, es lo cierto que, durante un período de tiempo de veinte años, existió tal posibilidad y de hecho, fueron concedidas hasta cinco Medallas de Oro como ahora detallaremos.

Imposición de la Medalla de Oro al que fuera Rector Magnífico D. José Hernández Díaz.

La primera de ellas, se va a otorgar en el Cabildo de Oficiales de 5 de diciembre de 1963 cuando, a propuesta del entonces Hermano Mayor D. José Carlos Ramos Rubau, se instituye la Medalla de Oro de la Archicofradía para premiar con ella los servicios extraordinarios y excepcionales realizados en beneficio de la misma. De acuerdo con ello, se va a conceder la primera Medalla de Oro a quien hasta entonces ha sido Rector Magnífico de la Universidad de Sevilla y designado nuevo Alcalde de la ciudad, D. José Hernández Díaz, quien ha sido además el valedor del traslado de la Hermandad a la nueva sede en la calle San Fernando que se concretaría en los años posteriores. El 26 de noviembre de 1965, en un sencillo acto celebrado en la propia iglesia de la Anunciación y ante los Sagrados Titulares de la Hermandad, le sería impuesta dicha medalla por el entonces Hermano Mayor.

Medalla de Oro de la Hermandad prendida en la saya de la Esperanza Macarena.

La segunda de tales distinciones va a ser concedida un año más tarde. En abril de 1966 es la última vez que la Hermandad de la Macarena va a ser recibida en la puerta de la Anunciación, pues pocos meses después la Hermandad iniciaría su traslado a la nueva sede en la calle San Fernando. Con tal motivo, en el Cabildo de Oficiales de 1 de abril de 1966, se somete a la consideración de todos los oficiales de Junta la propuesta del Hermano Mayor, y mediante votación en la que, leídos los nombres de todos ellos, uno por uno, todos los miembros de la Junta de Gobierno, poniéndose en pie, pronunciarían simplemente las palabras “Sí, por la Esperanza Macarena, quedando aprobada la concesión a la Virgen de la Esperanza de tal distinción, que le sería entregada en la mañana del Viernes Santo a su paso por la Anunciación, en el regreso de la Hermandad de su Estación de Penitencia.

A propuesta del Hermano Mayor Sr. Ramos Rubau, y por unanimidad de toda la Junta de Gobierno, el 29 de abril de 1969 le sería impuesta la Medalla de Oro de la Hermandad al Rvdo. P. D. Salvador Linares Albarracín, sacerdote salesiano y capellán de la Hermandad, a quien le sería entregada la distinción en presencia del Rector, comunidad salesiana y familiares del homenajeado. Como curiosidad a señalar, dicha medalla desaparecería en un incendio fortuito que D. Salvador sufrió en las habitaciones de su residencia, siéndole repuesta años después.

Imposición de la distinción a D. José Carlos Ramos Rubau, Hermano Mayor de la Corporación.

En el Cabildo de Oficiales de 29 de marzo de 1971, la Junta de Gobierno acuerda la concesión de la Medalla (la cuarta de ellas), al Hermano Mayor D. José Carlos Ramos Rubau, quien desde el año 1927 formara parte de la Junta de Gobierno en una amplia trayectoria. El 6 de abril siguiente, Martes Santo, y ante los pasos de los Sagrados Titulares le sería impuesta la Medalla, asistiendo a dicho acto el rector Sr. Calderón Quijano y representaciones del Consejo General de Hermandades y Cofradías y corporaciones de penitencia.

Imposición de la Medalla de Oro a D. Ricardo Mena-Bernal Romero.

La última de tales concesiones se va a producir en el Cabildo de Oficiales de 20 de abril de 1982. Se ha producido el relevo del Hermano Mayor Sr. Mena-Bernal Romero, siendo sustituido por el Teniente Hermano Mayor Sr. Molina Orta, quien va a elevar propuesta a la Junta de Gobierno para la concesión a aquel de la Medalla de Oro de la Corporación, propuesta que es aceptada por su extraordinaria dedicación en sus casi once años al frente de la misma.

Con la aprobación en 1988 de nuevas Reglas, desapareció la posibilidad de concesión de tales distinciones, sin que en ninguno de los estatutos aprobados con posterioridad se hayan previsto las mismas.

(Esta entrada de la sección de ‘El Retrovisor’ ha sido elaborada por Antonio Gutiérrez de la Peña)