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La transición de los asalariados a los costaleros hermanos fue «bastante dura»

PULSA en la foto para ver la mesa redonda al completo.

Hoy día la Semana Santa de Sevilla vive un auténtico “boom” de costaleros. En la mayoría de las cuadrillas no hay ni un solo hueco para nuevos aspirantes y las listas de espera para meterse bajo las trabajaderas son interminables. Pero no siempre fue así. La transición de las cuadrillas asalariadas a las de hermanos costaleros, iniciada en el año 1973 por la Hermandad de Los Estudiantes, no fue una tarea fácil. Y aunque parezca difícil de creer, hubo un tiempo en que a los costaleros había que cazarlos a lazo.

Así se puso de manifiesto en la interesantísima mesa redonda que, bajo el título ‘Visión del capataz de los Hermanos Costaleros’, se desarrolló este jueves 16 de diciembre en la casa de hermandad de Los Estudiantes, con todo un cartel de lujo por el nivel de los conferenciantes. El capataz titular de nuestra hermandad, Antonio Santiago, fue el encargado de moderar y conducir un acto que contó con la participación de un selecto ramillete de capataces de la Semana Santa sevillana, la mayoría en activo, como Carlos Villanueva, Rafael Ariza, Rafael Díaz Talaverón y Manuel Vizcaya, y otros ya alejados de los martillos, como los históricos Pepe Ariza y Salvador Perales.

Pepe Ariza, creador junto a su hermano Rafael de las cuadrillas de hermanos costaleros en hermandades como La O, El Amor y el Gran Poder, reconoció públicamente que “al principio no creía en los hermanos costaleros”, pero que “viendo el amor propio, el cariño y el trabajo que echaban en cada ensayo”, no tuvo más remedio que rendirse ante la evidencia. “Me demostraron que valían tanto como los mal llamados profesionales”. Este histórico de los martillos, que en 2009 puso fin a su carrera como capataz en activo, pidió al público asistente un aplauso para los hermanos costaleros. “Gracias a ellos aún sigue la Semana Santa de Sevilla. Hay que estarles enormemente agradecidos por la labor que están desarrollando”.

Carlos Villanueva, que participó en la formación de las cuadrillas de hermanos costaleros en Santa Genoveva y en el Desprecio de Herodes, aseguró que la transición de los asalariados a los costaleros hermanos fue “bastante dura” ya que en aquellos años setenta no era fácil encontrar adeptos a la nueva causa costaleril. Relató cómo con un Renault 12 que tenía, “que perdía bastante agua”, daba mil tumbos para “buscar gente” con que completar las cuadrillas. Y añadió que en esos años de transición “hubo un rosario de chavales que se lastimaron”, quizás porque se abordó de forma acelerada.

Salvador Perales, ayudante de ‘El Penitente’ en la formación de la primera cuadrilla de hermanos costaleros del Cristo de la Buena Muerte de Los Estudiantes, calificó de “gesta” el episodio vivido el Martes Santo de 1973, cuando por primera vez un paso, el del Crucificado de la Universidad, era portado por una cuadrilla de costaleros hermanos “para sorpresa y admiración de toda la Sevilla cofrade”. Perales destacó, sobre todo, la “valentía de aquella junta de gobierno”, encabezada por el hermano mayor, Ricardo Mena Bernal, y aseguró que los componentes de aquella primera cuadrilla “fueron muy buenos costaleros”, incluso algunos salieron reforzando cuadrillas asalariadas.

Rafael Díaz Talaverón hizo una afirmación contundente: «en estos 50 años todavía no conozco una cuadrilla de hermanos pura, de gente únicamente de la casa», en referencia a ese ardid que practican las hermandades al obligar a los costaleros a ingresar en sus nónimas como requisito para poder salir. El hijo del recordado Rafael Díaz Palacios fijó también su análisis en la evolución de las cuadrillas de hermanos costaleros desde los años 80, “en que las hermandades cuidaban a los costaleros como oro en paño, con ‘pescaos’, cenas y cuadros”, hasta nuestros días, en que “da pena ver cómo se les trata”, siendo en ocasiones “utilizados” como grupos de presión. A este respecto, Manuel Vizcaya fue autocrítico con su oficio al asegurar que “la culpa de la situación actual de los costaleros las tienen los capataces, que no tenemos la valentía y la personalidad suficiente para hacer respetar a nuestra gente”,  afirmación con la que se ganó el aplauso de los asistentes.

Por su parte, Rafael Ariza señaló que, después de medio siglo de hermanos costaleros en Sevilla, hay cuadrillas “plenamente consolidadas”, pero también hay todavía hermandades que no saben muy bien qué es lo que quieren y andan “un poco a la deriva” debido a que nunca han tenido claro el proyecto para sus cuadrillas. Sobre la forma de andar hoy día de las cuadrillas, aseguró que, después de una cierta etapa de uniformidad en todas las cofradías, la apuesta en este momento es «recuperar la idiosincrasia particular de cada hermandad».

La mesa redonda causó una gran expectación.

A lo largo de la mesa redonda salieron a relucir infinidad de debates, tales como si se andaba mejor antes que ahora o si debe establecerse una edad de jubilación para los costaleros. Después de dos horas y media de debate, la mesa redonda culminó con la entrega a los participantes por parte del hermano mayor, Jesús Resa, de sendos Crucifijos del Cristo de la Buena Muerte, reproducción de los que durante décadas presidieron las aulas y despachos de la Universidad de Sevilla.