Aunque existe un precedente en el año 1937 que fue rechazado por informe desfavorable de la junta del Laboratorio de Arte, la colocación de un retablo de cerámica con la imagen del Santísimo Cristo en el muro del templo universitario con fachada a la plaza de la Encarnación que hoy conocemos, fue quizás el recuerdo con el que la Hermandad pretendió perpetuar la efeméride del XXV aniversario fundacional. Y aunque si lo lógico hubiera sido que dicha instalación hubiera tenido lugar en la fecha de celebración del aniversario, el año 1949, ésta no obstante no se produjo hasta años después, teniendo lugar en ese ínterin una serie de vicisitudes que pasamos aquí a relatar.
La primera determinación sobre su instalación se toma en Cabildo de Oficiales de 28 de julio de 1949, cuando se acuerda “la colocación de un retablo de cerámica según el proyecto de la casa Rodríguez Díaz y Hermanos, y cuyas medidas serán de 175 por 250 y el precio 4.156 pts.”. Poco más tarde se invita a D. José Hernández Díaz para que emita informe sobre la colocación del retablo, refiriéndose por éste la necesidad de que se presente un proyecto firmado por arquitecto y se eleve informe a la Comisión de Monumentos y a la Comisión Diocesana de Arte. Pero a pesar de que las gestiones continúan (incluso se solicita del Alcalde la retirada de un poste eléctrico que se encuentra en la acera de la Iglesia donde se piensa colocar el retablo y que dificulta su visión), no van a cumplirse los deseos de la Hermandad de inauguración del retablo en el año del aniversario fundacional, a pesar de que en el programa de los actos del aniversario figurara incluso la fecha del 20 de noviembre para la inauguración del retablo.
No será hasta comienzo de 1950 cuando se encarga la dirección de la obra a los arquitectos Delgado Roig y Balbontín de Orta, corriendo a cargo de D. Antonio Kiernan la labor artística de la cerámica que había de ser cocida en “Cerámicas Santa Ana” de los Sres. Rodríguez Díaz, en Triana. El proyecto presentado por los citados arquitectos es estudiado en fechas posteriores de ese año, con algunas matizaciones, como la supresión del pináculo de coronación del retablo, y en cuanto al material a emplear, noble de piedra “dada la categoría del lugar en que ha de ser colocada esta Imagen de Nuestro Señor”, como así figura en la carta remitida por los arquitectos al Hermano Mayor, y a su adosamiento al muro de ladrillo basto, proyecto que no es aprobado definitivamente hasta el siguiente año 1951. Aunque esta fuera la opinión de los arquitectos, el proyecto es remitido por la Hermandad a la Comisión de Monumentos haciendo salvedad de las siguientes modificaciones, “supresión del pináculo que corona el referido retablo, y emplear, en lugar de material noble de piedra, los corrientes de fábrica en atención a que su adosamiento es en un muro de ladrillo basto y enmarcado en azulejos de cerámica, así como igualmente el elevado costo de los materiales de piedra”.
Diversas y desconocidas circunstancias adversas debieron darse respecto a la terminación y colocación definitiva del retablo por cuanto no es hasta el 21 de octubre de 1952 cuando vuelve a plantearse el tema, dándose cuenta al Cabildo de Oficiales pero sin adoptarse resolución alguna. Ya al mes siguiente, se nombra una nueva comisión que visitase al Teniente de Alcalde, Delegado de Fomento, para tratar con él sobre la colocación del retablo, gestiones que fructifican haciéndose cargo el Ayuntamiento de la mano de obra necesaria para la ejecución de la misma una vez la Hermandad presentase la oportuna solicitud.
En el verano de 1953 se procede por fin a la instalación del retablo quedando pendiente la construcción de dos faroles, cuyo presupuesto ascendía a la cantidad de 1.410 pts. Sin embargo, el lugar elegido para su colocación también acarrea consecuencias. En el Cabildo de Oficiales de 20 de octubre de 1953, se trae a colación la carta enviada por el Consiliario Sr. García y García en la que, por mostrarse contrario a la colocación del retablo en el lugar donde se había instalado, no asistía a dicho Cabildo en el que precisamente iba a tratarse sobre la bendición del mismo para que no pareciera que se solidarizaba con dicho acuerdo, dándose por enterado el Cabildo de dicha carta.
Lo cierto y verdad es que el 25 de octubre siguiente, domingo, una vez terminada la Santa Misa de las once de la mañana, con asistencia de las autoridades académicas, el Vicario General, Alcalde y Teniente Alcalde, arquitectos autores del proyecto Delgado Roig y Balbontín de Orta, Jefe del Personal de obreros municipales, Director Espiritual y Párroco del Divino Salvador, es bendecido el retablo del Santísimo Cristo en la plaza de la Encarnación donde permanece hasta nuestros días.
El retablo supuso un gasto total de 10.678,75 pts., a lo que hubo de añadirse el coste de los faroles (2.820 pts.), la pintura (787 pts.), estipendios dados al campanero, sacristán, acólitos, al albañil y peón municipal, al guardia de seguridad la noche anterior a la inauguración, los gastos de atención a autoridades, fotografías, etc., lo que elevó el gasto total a 18.769,88 pts.
La buena acogida del público al retablo no tarda en plasmarse. En el archivo de la Hermandad consta carta enviada por una devota, Dª Ángeles Fernández que merece ser transcrita literalmente:
“Con mi mayor respeto y mi santa devoción hacia esta Hermandad. En primer lugar les felicito a Vds. por el buen pensamiento y la buena acogida de tan hermoso Retablo en la fachada de nuestra Santa Iglesia. El ojecto (sic) de estas líneas es tan solo el decirles que no parece muy feo y le quita mucha vista, tantos camiones que se ponen debajo de dicho Retablo y también hay unos carros, costantes(sic) en dicho lugar, que observamos que los desaprensivos de la noche se orinan y otras cosas mayores al amparo de dichos carros.=No se podría Hermanos hablar con el Sr. Alcarde (sic) y aparcar dicho veículos (sic) en el lado opuesto que creo tiene sitio suficiente y no se les perjudica?.= Querer es poder, y nada más, suplico me perdonen por tal advertencia que creo es justa, y todos los vecinos del barrio lo veríamos mucho mejor. Sin otra cosa se despide de Vdes. unas devotas de N.P.J. de la Buena Muerte=Angeles Fernández”.
(Esta entrada de la sección de ‘El Retrovisor’ ha sido elaborada por N.H.D. Antonio Gutiérrez de la Peña)
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